Rodrigo es venezolano, y al igual que muchos otros de sus compatriotas, le llegó la hora de migrar y dejar atrás la vida que había construido hasta entonces; parecía una mejor opción que quedarse y seguir luchando una batalla que cada día era más díficil ganar.
A sus 47 años decidió emigrar, pero no solo eso, decidió emigrar estudiando. Fue una forma para despegar de Venezuela y lograr un aterrizaje un poco más suave, como lo describe él, en esta nueva tierra que lo adoptaría.
Costa Rica apareció en el mapa como una opción interesante. Su mejor amigo de la universidad, también venezolano, había migrado al país años antes, y al conocer sus planes le contó sobre la Universidad para la Paz.
A través de un video narrado por Esteban Gutiérrez, parte importante del corazón del Departamento de Medio Ambiente y Desarrollo, y quién más tarde pasaría a ser uno de sus mejores amigos en Costa Rica, Rodrigo quedó cautivado por el entorno natural en el que se encontraba el campus.
También, fue inevitable verse tentado por la posibilidad de volver a tener una experiencia multicultural como la que aparecía en los videos, algo que tanta falta le hacía en Venezuela. La situación compleja de su país ha eliminado el turismo y la migración de extranjeros a Venezuela. Todos sus amigos se han ido, y la desconfianza en el ambiente no incentiva la construcción de nuevas relaciones personales.
Todo lo anterior, fue más que suficente para elegir la UPAZ como su nueva página en blanco.
-
Antes de UPAZ, Rodrigo se dedicaba al paisajismo. Su conocimiento desde la perspectiva cientifica de la agricultura, los bosques, el medio ambiente y la economía era amplio, pero fue el enfoque social que tiene la maestría de Medio Ambiente y Desarrollo, de la que se graduó en junio de este año, lo que le dio el cambio de aire que tanto anhelaba para rediseñar su carrera profesional.
“Las giras de campo durante la maestría fueron maravillosas, porque era ver ese componente social, cómo era el entorno social de esa familia, qué representa la agricultura para ellos, qué retos y amenazas existen.”
Ve este enfoque como una herramienta clave en su futuro profesional, a lo que añade el valor de una metodología de enseñanza menos tradicional que permite aprender de distintas temáticas y que no está limitada al tiempo en las aulas.
Resalta la posibilidad de entender una realidad a través de los testimonios de sus compañeros, de aprender de forma más directa. Inclusive, se señala a sí mismo como uno de estos casos, pues describe su país como un laboratorio para lo malo y compartiendo sus vivencias enriqueció enormemente al resto de upeacers.
Está seguro que UPAZ cambió su manera de ser y pensar, le ayudó a reforzar muchas cosas y hasta se siente rejuvenecido - “Aprendí otra vez a soñar y ser flexible”. Para él, el tipo de gente que atrae la universidad es muy especial y de gran diversidad. Lo entendió 30 años antes en un intercambio de un año a Australia y la UPAZ lo reforzó: “No es mejor ni peor, es diferente”- explica Rodrigo, refiriendose al aprender a aceptar y querer a las personas a pesar de lo que no nos guste tanto de ellas.
La primera vez que pensó en volver a estudiar creyó que su edad sería un obstaculo. Hoy, viendo para atrás, se da cuenta de lo enriquecedor que fue para sus compañeros compartir con alguien con un poco más de camino recorrido, y entiende que es gracias a su edad que pudo disfrutar tan intensamente de esta experiencia con la que escribe el nuevo capitulo de su vida.
“Uno hace su parte, pero al final la vida te pone las cosas.” – Rodrigo de Sousa