Spanish below.
A month ago, Adriana turned Costa Rica, and specifically UPEACE, into her new home. Three years ago, she began her relationship with the university as a Visiting Professor. Today she is a Resident Professor and the new Coordinator of the International Peace Studies Program (IPS).
This social anthropologist, born in Ecuador, began her professional career working with indigenous communities in the Andean highlands and the Amazon, and with local communities in the Galapagos Islands, always in relation to socio-environmental conflicts. This was her first engagement with themes of peace and conflict, from what she considers to be a more empirical and practical approach.
Drawing on these experiences, Adriana recognized the need for a more theoretical approach to her work. She was looking for conceptual foundations that could contribute to a better understanding of the conflicts she faced during her field work. This is how she got started in academia.
She completed a Master's Degree in International Relations and Conflict Resolution at the Simon Bolivar Andean University in Quito. However, it was her PhD in Conflict Analysis and Resolution at George Mason University in Virginia that really set her on her current path.
Her research was a case study on Colombian refugees – victims of the historical conflict of more than 60 years – and how they lived and coexisted and recreated their identities within Ecuador. Following this work, Adriana began to investigate further and deepen her understanding of human mobility issues, focusing primarily on how to achieve a better integration of migrants in their societies at destination.
This has led her to work with communities of Haitian migrants in the Dominican Republic and Latino populations in the United States, and to conduct research on issues such as statelessness and regional migratory movements, trying to use the platform that academia provides, because from her perspective academia is not only a space for reflection but also for action. Her intention is to strengthen political and social actors, in this case migrants, so that they can be considered legitimate interlocutors in the formulation of policies.
She is also a mediator, and has focused mainly on community-level and in-school mediation. During her time in the Dominican Republic, she worked with UNICEF to design the National School Mediation Program, which was applied to the public education system and focused on supporting youth between 10-12 years of age in their training as school mediators.
She sees herself as a hybrid academic, since her theoretical work also involves the application of knowledge in a practical way.
“Academia per se is valuable, but I think it is much more important to relate these theories and ways of understanding the world to what is really happening. How can we, through research and teaching, trigger some important reflections at different levels?"
This is precisely what she tries to do in her classes: unleash critical thinking by questioning her students about their assumptions, and at the same time, challenging them to consider how they see themselves as peacebuilders using intersectional lenses. Her ultimate goal is to trigger positive social change in society through non-violent means.
“I try to make students understand that it is not about avoiding conflicts but about finding ways to deal with them in a more constructive way.”
She understands that being a peacebuilder is not about being capable of applying models and theoretical frameworks; it is key that students become politically involved in what they think can be positive social change, and UPEACE provides the ideal platform for doing so.
“A place dedicated exclusively to understanding and building peace, a unique environment, with a very small community on a small campus, which coexists intensively for 10 months. In itself, the whole experience is a peacebuilding experience. It challenges you in many ways to apply what you are learning.”
Being at UPEACE also allows her to continue her research work in Costa Rica, a country of origin, transit and destination for migrants. “It is a perfect setting in which to explore the social dynamics that are happening here.” - she explains.
She finds that the greatest value of this "thought laboratory," as she describes UPEACE, is its commitment to understanding peace from different angles, viewpoints and multicultural perspectives, in addition to the important link the institution has with the United Nations.
Desde hace poco más de un mes, Adriana convirtió a Costa Rica – y específicamente a UPAZ – en su nuevo hogar. Hace tres años comenzó su vínculo con la universidad como profesora visitante y hoy es profesora residente y la nueva Coordinadora del Programa en Estudios Internacionales de Paz (IPS por sus siglas en inglés).
Esta antropóloga social nacida en Ecuador, inició su carrera profesional trabajando con comunidades indígenas en la Sierra de Los Andes y la Amazonía, y con comunidades locales en las Islas Galápagos, todo alrededor de conflictos socio-ambientales. Fue su primer acercamiento a temas de Conflicto y Paz, desde lo que ella considera una aproximación más empírica y práctica.
A raíz de estas experiencias, Adriana identificó la necesidad de un enfoque más teórico en su trabajo. Buscaba elementos conceptuales que pudieran aportar a entender mejor los conflictos a los que se enfrentaba en el trabajo de campo. Fue así que comenzó su camino hacia la academia.
Realizó una Maestría en Relaciones Internacionales y Resolución de Conflictos en la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito. Sin embargo, fue su doctorado en Análisis y Resolución de Conflictos de la Universidad George Mason en Virginia, lo que realmente marcó su rumbo.
Su investigación fue un estudio de caso sobre refugiados colombianos – víctimas del conflicto histórico de más de 60 años – y cómo estos vivían, convivían y recreaban su identidad en Ecuador. A raíz de este trabajo, Adriana comenzó a ahondar más y profundizar su entendimiento en temas de movilidad humana, enfocada principalmente en cómo lograr una mejor integración de los migrantes en las sociedades del lugar destino.
Esto la ha llevado a trabajar con comunidades de migrantes haitianos en República Dominicana, poblaciones latinas en Estados Unidos y a realizar investigaciones en temas como la apatridia y movimientos migratorios regionales, intentando utilizar la plataforma que la academia provee, pues para ella la academia no es solo un espacio de reflexión sino también de acción. Su posición es fortalecer a los actores políticos y sociales – en este caso los migrantes – para que sean considerados interlocutores legítimos en la formulación de políticas.
También es mediadora, y en lo que más se ha desempeñado es en mediación comunitaria y escolar. Durante su tiempo en República Dominicana, diseño junto a UNICEF el Programa Nacional de Mediación Escolar, aplicado al sistema de educación pública y enfocado en apoyar a jóvenes entre 10-12 años en su formación como mediadores escolares.
Se percibe a sí misma como una académica hibrida, pues como en lo mencionado anteriormente, su trabajo también involucra la aplicación de conocimiento de forma práctica.
“La academia per se es valiosa, pero creo que es mucho más importante relacionar esas teorías y formas de entender el mundo con lo que realmente está sucediendo. ¿Cómo podemos, a través de la investigación y la enseñanza, desencadenar algunas reflexiones importantes a diferentes niveles?"
Justamente esto es lo que trata de hacer en sus clases: desencadenar el pensamiento crítico al cuestionar a sus estudiantes sobre sus supuestos y al mismo tiempo desafiarles a pensar cómo se ven a sí mismos, desde un enfoque interseccional, como constructores de paz. Su objetivo último es desencadenar el cambio social positivo en la sociedad a través de medios no violentos.
“Intento que los estudiantes entiendan que no se trata de evitar conflictos sino de encontrar formas de lidiar con ellos de manera constructiva”.
Entiende que ser constructores de paz no se trata de poder aplicar modelos y marcos teóricos; es clave que los estudiantes se involucren políticamente en lo que consideren que podría ser este cambio social positivo y UPAZ le brinda la plataforma ideal para hacerlo.
“Un lugar dedicado exclusivamente a entender y construir la paz, un entorno único, con una comunidad muy pequeña en un campus pequeño, que coexiste durante 10 meses seguidos… En sí misma, toda la experiencia es una experiencia de construcción de paz. Te desafía de muchas maneras en las que realmente necesitas aplicar lo que estás aprendiendo”.
Al mismo tiempo, la oportunidad en UPAZ le brinda la posibilidad de continuar con sus trabajos de investigación en Costa Rica como país de origen, tránsito y destino de migrantes. “Es un escenario perfecto para explorar las dinámicas sociales que están sucediendo aquí”, explica.
Encuentra que el gran valor de este “Laboratorio de pensamientos”, como describe a UPAZ, es su compromiso a comprender la paz desde diferentes ángulos, perspectivas y entendimientos multiculturales, además del importante vínculo con Naciones Unidas.